En los últimos años, un número creciente de personas mayores ha encontrado en el surf una forma innovadora de mantenerse activas y mejorar su bienestar físico y mental. Si bien tradicionalmente vinculado a los jóvenes, este deporte acuático gana adeptos en la tercera edad gracias a iniciativas enfocadas en adaptar la práctica a sus necesidades. Las escuelas de surf han reconocido este interés y ofrecen clases especiales para jubilados, garantizando seguridad y diversión.

Estas clases adaptadas incorporan ejercicios de calentamiento más suaves, tablas de mayor flotabilidad y acompañamiento personalizado por parte de monitores formados en actividad física para adultos mayores. La idea es acercar las olas a quienes buscan un desafío controlado y estimulante, pero también seguro. Según el monitor Luis García, “los alumnos mayores muestran una gran motivación y disfrutan cada sesión como una oportunidad para superarse”.

Diversos estudios avalan los múltiples beneficios del surf para la salud en edades avanzadas. Practicar surf no solo mejora el equilibrio, la fuerza y la coordinación, sino que también impacta positivamente en la salud cardiovascular. El esfuerzo que exige remar y mantenerse sobre la tabla contribuye a fortalecer músculos y articulaciones, algo fundamental para preservar la autonomía personal con el paso de los años.

No se trata únicamente de beneficios físicos. Participar en clases de surf fomenta la interacción social entre los mayores, lo cual contribuye a combatir la soledad, un problema común en esta etapa de la vida. Los grupos de jubilados que se unen a estos cursos suelen crear lazos de amistad, lo que aumenta su motivación para asistir y continuar practicando. "Lo importante es la compañía y la risa en el agua", comenta Carmen Robles, participante habitual.

Además, el contacto con el mar y la naturaleza proporciona una sensación de bienestar y relajación que ayuda a disminuir los niveles de estrés y ansiedad. Muchas personas mayores encuentran en el surf una vía para reconectar con su entorno y disfrutar del aire libre, elementos que inciden positivamente en la calidad del sueño y en el estado de ánimo general. Estas sensaciones se refuerzan con el aprendizaje de una habilidad nueva, que estimula la mente y rompe la rutina.

En algunas ciudades, los ayuntamientos y asociaciones de jubilados han comenzado a colaborar con escuelas de surf para ofrecer programas subvencionados. Esta apuesta por la accesibilidad ha permitido que más personas mayores descubran el surf sin barreras económicas, contribuyendo a democratizar el deporte. Además, los cursos suelen recomendar revisiones médicas previas para garantizar la aptitud física necesaria antes de comenzar.

La tendencia, en auge, sugiere que el surf se está consolidando como una actividad complementaria a las propuestas deportivas más tradicionales, como la natación o la gimnasia. El médico geriatra Juan Herrera destaca: "El ejercicio en un entorno estimulante, como el mar, favorece la autoestima y la vitalidad de los participantes, que a menudo se sienten rejuvenecidos". Esta percepción es corroborada por testimonios de alumnos satisfechos y sus familias.

En definitiva, la incorporación del surf en la rutina de la tercera edad marca un cambio positivo en la manera de concebir el envejecimiento activo. El deporte deja de ser una exclusividad de los jóvenes para convertirse en una herramienta de salud integral a cualquier edad. Así, los mayores suman olas a sus días, demostrando que nunca es tarde para desafiar horizontes y construir nuevas amistades en torno a una tabla y el mar.